Sin lugar a dudas, al hablar de Andhra Pradesh hay que hablar de ojos. Del Tercer Ojo que llama a la sabiduría, pero también de los ojos que miran. Y de las miradas que se reflejan en ellos. Miradas de muchos tipos. De sorpresa, algunas, al verte pasar entre ellos, occidental donde jamás otro que no fuese misionero llegó. Sorpresa en los ojos de los niños, asustados ante algo que desconocen. Alegría y orgullo por recibirte en tu casa y poder compartir lo poco que tienen. Gratitud por haber ido hasta allí, a conocerlos y decirles “yo soy uno de esos que colaboran con vosotros” Miradas de añoranza por lo perdido o lo nunca tenido. Miradas de miedo, de tristeza, de amargura, de amor, de felicidad. Miradas en ojos oscuros como la piel.Y la segunda que se clava es la chica de la foto, preguntando en inglés entrecortado por qué tiene que llamar tío a su papá, sin comprender que mal hizo ella, que estuvo junto a su madre hasta el mismo momento de su muerte y que, por culpa de una maldita transfusión que contagió a su madre de SIDA ahora ella tiene que vivir lejos de sus primos, con los que jugaba, internada en un pequeño orfanato para niñas infectadas con VIH. Niña sonriente, que te lanza su mirada picará mientras la cámara le enfoca, mientras baila o canta, mientras se atusa el traje nuevo que lleva para la ocasión. Mirada que se vuelve triste en la soledad.