En 1935 el físico Schrödinger propuso un experimento ficticio que acabó convertido en una paradoja filosófica: encerrar un gato en una caja con una ampolla venenosa que se podría o no romper en determinado tiempo. Si la ampolla se rompía el gato estaría muerto, pero si no lo hacía seguiría vivo. Mientras la caja no se abrierá no se podría hablar del gato como algo muerto, pero tampoco como algo vivo, por lo que mantendría algo de ambas esencias.
